El alcohol y el tabaco son dos sustancias muy perjudiciales para el organismo. Además, tanto la una como la otra causan adicción, por lo que su consumo no es tan fácil de moderar. Pero, en lo que respecta a la salud bucodental, sus efectos son notorios y conviene tenerlos en cuenta como un motivo importante para dejarlos.

Y es que los problemas que el tabaco y el alcohol pueden ocasionar en los dientes y las encías son muchos y muy graves. La gran cantidad de sustancias químicas que se consumen al fumar y la acidez del alcohol provocan graves daños en el tejido gingival y también aumentan enormemente el riesgo de cáncer oral.

 

Cómo afecta el tabaco a la salud bucodental

Cada cigarrillo contiene una cantidad enorme de sustancias químicas. Y el hecho de que estas afecten a todo el organismo ya debería ser motivo suficiente como para pensárselo dos veces antes de encenderse uno. Pero, pensándolo más detenidamente, la boca y los dientes son los primeros puntos de contacto del cuerpo con todas esas sustancias.

Esto hace que las bocas de los fumadores sufran mucho y que sus efectos resulten visibles rápidamente. Más allá de la estética, la nicotina afecta enormemente al flujo sanguíneo en las encías, lo que provoca que estas padezcan enfermedades que pueden llegar a ser graves o irreversibles.

Pero, además, muchas de las sustancias químicas residuales terminan permaneciendo en la saliva, provocando daños en la boca y favoreciendo la aparición de enfermedades tan graves como el cáncer de boca, de labios o de lengua.

 

Cómo afecta el alcohol a los dientes

El consumo de alcohol también tiene su influencia en la aparición de caries, enfermedades de las encías y cáncer oral. En este sentido no se discrimina la cantidad, ya que una simple copa de vino tiene su acidez y su capacidad de erosionar los dientes.

Las bebidas alcohólicas, además, tienen un mayor nivel de azúcares, y eso también expone a la boca a otras posibles afecciones, sobre todo si no se mantiene una higiene adecuada en el momento posterior de la ingesta.

Por si fuera poco, el alcohol reseca la boca, reduciendo la producción de saliva y, consecuentemente, disminuyendo la capacidad natural de la boca de combatir los gérmenes y las enfermedades.

Con esto, no queremos decir que haya que evitar completamente el consumo de alcohol. Su ingesta ocasional no tiene por qué ser perjudicial para la salud bucal, aunque hay que mantener unas precauciones que limiten su influencia.

 

Recomendaciones generales para prevenir los daños del alcohol y el tabaco

No solo por las posibles enfermedades asociadas a las encías y a la boca, o el daño en el esmalte y la superficie de los dientes que puede terminar en caries, sino por evitar otros problemas mucho más serios como podría ser la aparición de un cáncer bucal, creemos que hay que mantener unos hábitos y seguir unas recomendaciones entre las que se incluyen:

  • Una higiene, si cabe, más consistente y precisa. Sobre todo en lo referente al cepillado cada vez que se bebe alcohol. Lo ideal sería utilizar alguna pasta dentífrica o algún colutorio que pueda reducir el efecto de la acidez de las bebidas y, cuando éstas puedan incidir en el color de los dientes, con algún componente blanqueante suave.

 

  • Visitas periódicas a la consulta del dentista. El consumo del tabaco y del alcohol hacen que sea más posible sufrir enfermedades bucodentales, por lo que lo procedente sería controlar y prevenir con mayor intensidad. En este sentido, se recomienda acudir a una consulta para revisión, al menos, cada seis meses.

 

  • Eliminar los hábitos perjudiciales. Y no solo por lo que concierne a la salud de la boca y los dientes, sino por lo mucho que afecta al organismo en general. Principalmente, eliminar de un modo drástico el tabaquismo, y moderar el consumo de alcohol hasta una frecuencia ocasional que no pueda incidir en la salud de un modo perceptible.